Mr. Driller DrillLand – Análisis

Bandai Namco es una de esas compañías que posee un legado de franquicias muy queridas y veneradas por los usuarios, algunas de ellas muy veteranas y consideradas como de culto. Ese precisamente es el caso de la producción que nos ocupa, Mr. Driller: DrillLand, un título que llega tanto a Switch como a PC a través de sus correspondientes tiendas digitales. Una producción que puede que les suene a los usuarios más expertos por la sencilla razón de que no se trata de un título completamente nuevo, sino de una remasterización. Eso es, porque el juego original apareció en GameCube hace casi dos décadas, si bien nunca llegó a abandonar el territorio japonés.

Una verdadera pena, porque justamente dicha consola no iba sobrada precisamente de lanzamientos y, lo más importante, se trató de un título bastante llamativo, simpático y divertido. Una obra sencilla en cuanto a su planteamiento general se refiere como enseguida vamos a comentaros (algo habitual en las entregas pertenecientes a esta franquicia) y que ha sido trasladada tal cual a Switch y PC pero añadiendo gráficos en HD y pequeñas innovaciones. Come from Online Betting Site

Un juego que desde ya podemos adelantaros que puede hacer disfrutar a un grupo muy amplio de usuarios a poco que les guste todo lo relacionado con las mecánicas propias de los puzles clásicos.

Excavando sin parar

La trama, muy simplona pero simpaticona, nos traslada hasta un parque de atracciones muy particular, el curioso Drill Land. Este parque temático consta de diversas atracciones que, a la postre, vienen a ser los escenarios o niveles en los que tenemos que participar. ¿Y qué es lo que tenemos que realizar en cada uno de ellos? Pues lo que cualquiera que haya probado alguna vez alguna de las entregas previas de esta serie conoce perfectamente: ir excavando sin parar eliminando bloques de colores para tratar de llegar a la zona más profunda posible. Una meta bastante simple a priori en cuanto a su concepto pero que, os lo aseguramos, posee bastante más gracia de lo que parece, sobre todo si optamos por jugar en el modo de juego Clásico, bastante más exigente que el nuevo modo Fácil, sensiblemente más accesible en general.

Para llevar a cabo nuestra misión podemos escoger entre seis personajes diferentes, desde el gran Susumu Hori (el personaje que todos adoramos y protagonista de toda la saga) a un robot de última tecnología, un perro súper inteligente capaz de entender nuestro lenguaje, el típico personaje solitario muy habilidoso, etc. Unos personajes que, dicho sea de paso, resultan tan adorables en general como, también, muy similares entre sí en cuanto a sus características se refiere. Sin embargo, esto no sucede con los citados escenarios en los que podemos participar, dado que cada uno de ellos (Drill Town, Excavador Espacial, Las Aventuras de Drindy, La Casa del Terror y El Agujero de Druaga) posee sus propias reglas y elementos de juego, lo cual aporta mucha frescura a cada partida.

¿Y a qué nos referimos exactamente cuando afirmamos que cada atracción incluye sus propias características? Pues muy sencillo. A la fórmula de juego básica que os hemos explicado ya y que mantiene la esencia de toda la saga, en cada escenario se suman ciertos elementos que tenemos que tener muy en cuenta y que varían ligeramente el transcurso de cada partida. De esta forma y por citar varios ejemplos, en nuestra favorita, Las Aventuras de Drindy (un guiño claro a las películas de Indiana Jones) tenemos que ir recolectando una serie de tótems que están repartidos por los fondos y estar pendientes de nuevos peligros, como por ejemplo de rocas esféricas que pueden aplastarnos (¿os suena eso de algo?). O, por citar otro ejemplo diferente, en El Agujero de Druaga (un homenaje al clásico Tower of Druaga, también de Namco) se introducen otros ingredientes como ligeros toques RPG o el tener que eliminar a ciertos adversarios.

Todos estos elementos añaden bastante interés al desarrollo en global y, por supuesto, consiguen dotar de una mayor rejugabilidad al título en sí a la vez que aportan una gran diversidad. Y a esto último también contribuye el modo multijugador local (no online) para cuatro jugadores simultáneos, una modalidad bastante graciosa y que puede garantizar bastantes piques. Por todo esto se trata de una obra tan sencilla como, os lo aseguramos, muy amena, e insistimos en que no debéis dejaros engañar por su apariencia infantil y súper colorida porque supone un reto bastante notable si os decantáis por jugar en el citado modo Clásico.

En lo relacionado con su vertiente gráfica, a poco que os fijéis en las pantallas que acompañan a este comentario o, simplemente, si habéis jugado antes a un título precedente de esta serie, seguro que ya sabéis lo que vais a encontraros. Personajes muy simples pero dotados de mucha simpatía, escenarios rebosantes de color de concepción “cuadradota” y unas imágenes estáticas muy atractivas son los ingredientes que componen este apartado. La faceta sonora se nutre de melodías muy pegadizas y de un doblaje en japonés muy bueno (con textos en nuestro idioma) que dan forma a un apartado bastante trabajado, más de lo habitual en este tipo de producciones.

Puzles sencillos y muy adictivos

Bandai Namco ha querido recuperar una de sus obras de culto de GameCube (cuya versión original jamás salió de Japón) y la ha trasladado a PC y Switch de manera bastante solvente aunque poco ambiciosa, mejorando únicamente su apartado visual y poco más. Un juego de puzles realmente ameno y absorbente gracias a su sencilla mecánica de juego e intuitivo sistema de control que, por sus características, está destinado a un grupo bastante amplio de usuarios. Una producción muy llamativa y que además posee una relación calidad-precio estimable y un buen modo para cuatro jugadores… aunque este solo permite jugar en la misma consola.

Hemos realizado este análisis en su versión de Nintendo Switch con un código proporcionado por Bandai Namco.

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